LA SINAGOGA DE SATANÁS

Capítulo Segundo

Tomado del libro:

COMPLOT CONTRA LA IGLESIA

TOMO I

Por

MAURICE PINAY

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La falsa interpretación de las Sagradas Escrituras hizo a los judíos apartarse cada día más de la primitiva religión de los hebreos que les fue revelada por Dios a través de Abraham, Moisés y los profetas, para llegar, con la aparición del Talmud y de la Cábala, a una creencia sectaria, anticristiana e imperialista, que nada de común tiene con la primitiva Verdad Revelada.

Utilizamos para demostrarlo, entre otras pruebas, pasajes de esos mal llamados libros sagrados que sirven de base a la religión del judaísmo moderno.

En el presente capítulo se verá algo más sobre las creencias religiosas de los llamados judíos fieles para poder demostrar, con mayor claridad, que ninguna afinidad o parentesco existe entre éstas y la religión de los cristianos.

Lo primero que debe tomarse en cuenta al abordar el problema de la religión judía moderna, es que se trata de una religión secreta, a diferencia de las demás religiones cuyos dogmas, doctrinas y ritos son de carácter público y, por lo tanto, pueden ser conocidos por cualquier extraño a ellas.

Los judíos, después de la crucifixión del Señor, fueron -a través de los siglos- ocultando a los cristianos y a los gentiles todas aquellas doctrinas y ritos que, por constituir una amenaza contra los demás hombres, necesitaban mantener en secreto. Temían, con toda razón, que al conocer su doctrina, las gentes reaccionaran violentamente en contra de los judíos.

Ya en un texto talmúdico puede leerse lo siguiente: "Comunicar algo de nuestra ley a un gentil equivale a al muerte de los hebreos, pues si los Goyim (gentiles) supieran lo que nosotros enseñamos a propósito de ellos, nos exterminarán sin más" (Divre en “Dav”. Folio 37. ).

La mentira ha sido el arma principal de lo que Cristo Nuestro Señor llamó, ya desde entonces, la "Sinagoga de Satanás". Con mentiras y engaños han controlado a los pueblos en sus revoluciones masónicas y con mentiras y engaños llevan a las revoluciones comunistas. Baste decir que hasta se valen de la mentira para los asuntos relacionados con su propia religión.

A los cristianos y a los gentiles los engañan haciéndoles creer que la actual religión judía es como todas las demás: que se limita a rendir culto a Dios, a fijar normas de moralidad y a defender los valores del espíritu. Pero tienen mucho cuidado de ocultar que su religión es, en realidad, una secta secreta que conspira para destruir a la Cristiandad, que sigue odiando a muerte a Cristo y a su Iglesia y que trata de dominar primero y esclavizar después a los demás pueblos de la Tierra. No es de extrañar, por lo tanto, que en su propio libro sagrado, el Talmud, afirmen que si los gentiles (entre los que incluyen a los cristianos) "supieran lo que nosotros enseñamos acerca de ellos, nos exterminarían sin más".

La historia nos demuestra lo acertado de esta previsión talmúdica. La Santa Iglesia, al descubrir lo que en secreto enseñaban los maestros o rabinos a sus fieles, mandó requisar y destruir en diversas ocasiones los libros del Talmud, ante el peligro que significaban sus enseñanzas para los judíos, convirtiéndolos en una secta de conspiradores, ladrones y hasta asesinos; peligro mayor para aquellos que, siendo más fervorosos en su religión, aceptaban sin condiciones y con fanatismo las enseñanzas del Talmud y de la Cábala.

De nada sirvió otro fraude judío, consistente en hacer textos apócrifos del Talmud, dados después a conocer a las autoridades civiles y eclesiásticas sin los pasajes cuya lectura se consideraba peligrosa para los cristianos. Con frecuencia, tanto la Santa Iglesia como los gobiernos civiles descubrían los textos auténticos ante la indignación general, manifestada a menudo en reacciones violentas contra la secta religiosa del judaísmo, cuyos auténticos libros sagrados contienen ya los lineamientos de la conspiración que han venido desarrollando en contra de la humanidad entera.

El escritor judío Cecil Roth, en su obra "Storia del pòpolo ebraico", habla con extensión de la condenación del Talmud por el Papa Gregorio IX y demás condenaciones sucesivas hasta aquella del Papa León X, en el siglo XVI, que tuvo su origen en una denuncia al Cardenal Carafa, de que la obra era perniciosa y blasfema. Esta denuncia fue hecha por el judío Vittorio Eliano, que era sobrino del sabio judío Elia Levita y tuvo como consecuencia, la quema pública del Talmud en el "Campo dei fiori", de Roma, en el otoño de 1553 (Cecil Roth, Storia del popolo ebraico. Milán: 1962. pp. 327, 408. ).

En los procesos de la Inquisición, seguidos en contra de los judíos clandestinos, llamados por la Santa Iglesia, "herejes judaizantes", se encuentra otra fuente muy copiosa sobre las ocultas y verdaderas creencias religiosas de los judíos. Quienes deseen profundizar en este estudio necesitarán consultar los archivos de la Inquisición de esta capital del mundo católico; los de las ciudades italianas donde más se introdujeron los judaizantes; de Carcasona, de Narbona y de otros lugares de Francia; de Simancas, en España; de la Torre do Pombo, en Portugal; de México y de otros países de la catolicidad. Por nuestra parte, nos limitaremos a citar los "Procesos de Luis de Carvajal" (El Mozo), en donde se puede apreciar la mentalidad de los judíos y conocer ciertas creencia religiosas de los mismos, muy reveladoras. Se trata de una edición del Gobierno de México del año de 1935, publicación oficial del Archivo General de la Nación. En éste se encuentran los manuscritos originales con las consiguientes firmas del judío procesado, de los inquisidores, testigos, etc. La autenticidad de estos valores manuscritos queda fuera de duda; ni los mismos judíos contemporáneos han podido negarla jamás, por el contrario, los consideran como valiosos documentos históricos y los citan en algunas obras hebreas.

El contenido de estos documentos es algo espantoso: monstruosas blasfemias contra Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima; odio satánico hacia el cristianismo; odio que nada tiene que ver con la auténtica ley dada por Dios a Moisés en el Sinaí, pero que es la esencia de la religión oculta del judaísmo moderno; religión de odio, de odio feroz contra la Cristiandad; odio que inspira las matanzas de cristianos y las persecuciones contra la Santa Iglesia y que se ha desatado en forma explosiva, irrefrenable y ominosa en todos los lugares donde han triunfado las revoluciones judeo-masónicas y judeo-comunistas.

Del segundo proceso contra Luis de Carvajal, iniciado a fines del siglo XVI, en el año 1595, nos atrevemos a transcribir con verdadera repugnancia lo que sigue, porque es urgente desagraviar a Cristo Nuestro Señor y a María Santísima de las blasfemias que lanzan los judíos; y porque es necesario demostrar palpablemente la mendacidad de esta tesis extraña, sostenida actualmente por algunos clérigos que afirman que es indebido combatir al judaísmo por su afinidad con la religión cristiana, afirmación que raya en la demencia y que sólo puede prosperar entre quienes, desconociendo el problema, caen víctimas de las fábulas judaicas.

La intensa religiosidad de Luis de Carvajal se manifiesta en diversos pasajes del proceso. Transcribimos a continuación el testimonio de Manuel de Lucena, judío, amigo de Luis de Carvajal:

"...y lo que pasa es que habrá año y medio que yendo éste a Santiago a ver a Luis de Carvajal y visitándole en el colegio de los indios en un aposento de él, que estaba sacando moralidades de la Biblia, y éste le dijo: `cosas lindas estáis escribiendo´ ; y el dicho Luis de Carvajal le respondió que tales eran, y que se espantaba cómo no abría los ojos tosa criatura, y que quebrantado fuese quien quebrantaba la palabra del Señor, diciéndolo por los cristianos que fuesen quebrantados, porque quebrantaban la Ley de Moisén, que llamaba la Ley del Señor;..."

Después, sigue diciendo Manuel de Lucena, que manifestándole algunas dudas:

"...al dicho Luis de Carvajal como a hombre que guarda la Ley de Moisén y es muy leído en la Biblia, se las declaraba y le satisfacía; y el dicho Luis de Carvajal le decía a éste cómo vio que guardaba la Ley de Moisén y que también estaba en ella por habérsela comunicado a Ley y tratado de autoridades del Testamento Viejo: que de allí en adelante le tendría por hermano y aunque indigno, lo encomendaría a Dios en sus oraciones..." (Gobierno de México, Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). México: Publicaciones del Archivo General de la nación, 1935. XXVIII, pp. 127-128. ).

Hasta aquí aparece Luis de Carvajal como un piadoso judío, fervorosamente religioso; pero que ya demuestra su odio al cristianismo cuando dice: "quebrantados sean los cristianos", porque quebrantan la Ley de Moisés.

El mismo judío, Manuel de Lucena, afirma que en cierta ocasión preguntó a Luis de Carvajal:

"...cómo se entendía un capítulo de Zacarías que comienza, que el principio de él no se acuerda más de que se dice en él: `despierta, cuchillo, contra mi pastor y contra el hombre, conjunto amigo, etc.´. Y el dicho Luis de Carvajal le respondió que aquella autoridad y aquello que en aquello se contiende, diría el Señor el día del Juicio a Jesucristo, por haberse hecho Dios, condenándole a Él y a todo su reino a los infiernos;..." (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, p. 128. ).

Aquí, las interpretaciones equivocadas del Antiguo Testamento llevan a un judío piadoso en su religión a destilar odio contra Cristo Nuestro Señor, al afirmar que Este y su reino serán condenados a los infiernos, blasfemia lanzada contra el Hijo de Dios por un hebreo intensamente religioso, considerado actualmente por los judíos como un santo varón y mártir.

Sigue diciendo después el mismo Lucena, en su testimonio, que cierto día fue a casa de Luis de Carvajal y halló: "...al dicho Luis de Carvajal, doña Francisca su madre, doña Isabel, doña Leonor y doña Mariana, sus hermanas, hincadas de rodillas hacia el Oriente, rezando Salmos y oraciones de la Ley de Moisén, y con voz baja y llorando el dicho Luis de Carvajal, decía los dichos Salmos y oraciones; y las dichas doña Francisca, doña Isabel, doña Leonor y doña Mariana respondían de la misma manera, la voz baja y llorando; todo lo cual hacían en guarda y observancia de la Ley de Moisén y del Día Grande del Señor..." (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, pp. 130-131.).

La religiosidad y piedad de este ferviente judío quedan, por tanto, fuera de duda. Los frailes dominicos inquisidores, para ayudarse en el esclarecimiento de la verdad, utilizaban, además de los testimonios de algunos judíos, un medio consistente en introducir a la celda del reo a un sacerdote católico, que conociendo las creencias y ritos secretos del judaísmo, apareciera ante el preso como otro judío encarcelado en la misma celda. Con esta estratagema, se logró que Carvajal, creyéndose acompañado por un hermano y correligionario, externara los verdaderos sentimientos ocultos en su corazón. El clérigo escogido fue don Luis Díaz, cuyos testimonios constan en las actas de la audiencia celebrada en la ciudad de México, el 9 de febrero de 1595.

Ante el Inquisidor Don Alfonso de Peralta, el sacerdote mencionado, bajo juramento prestado, hizo, entre otras, las siguientes declaraciones: "...que es verdad que él ha pedido audiencia, para decir y declarar dichas cosas que le han pasado con Luis de Carvajal, compañero de cárcel de éste, acerca de la Ley de Moisén; y en aprobación de ella le dijo a éste el dicho Luis de Carvajal que no se encomendase a Ntra. Sra. la Virgen María, porque era una mujercita embaidora, mujer de un carpintero, para que éste viese lo poco en que la había de estimar, le hacía saber que estando un día la Virgen Santísima, apartada de José, su santo esposo, vino a visitarla un herrero que andaba enamorado de su Divina Majestad, y estando con su menstruo tuvo acceso carnal con ella y entonces engendraron a Nuestro redentor Jesucristo, llamándole el perro embaidor, barbillas, y que por él había venido la perdición de todo el género humano y la que agora había entre todos los cristianos que guardaban su secta, y que por esta causa están Nuestro redentor Jesucristo y su Santísima Madre y todos los Apóstoles y Stos. que los cristianos llaman mártires, ardiendo en los infiernos; y porque la creyese éste y no tuviese duda, le dijo el dicho Luis de Carvajal que Adonay, verdadero Dios de los Ejércitos y de las hazañas, había pronosticado al profeta Daniel que había cuatro reinos, y que en el postrero vio el dicho profeta que había una figura espantable, y que le salían de la frente diez cornezuelos y entre los cuales había uno muy pequeño que tenía ojos y boca, y daba a entender esta bestias fiera que era Jesucristo Ntro. Redentor, llamándole bestia abominable; y que esta visión que vio el dicho profeta pronosticaba la perdición que (a la venida de Jesucristo, habría en el mundo, y que como Cristo había sido tan gran pecador, lo eran también los Sumos Pontífices y todos los prelados de las iglesias) que seguían su doctrina y que cuando la magdalena fue a pedir perdón a Cristo y le ungió y le dijo: `Remitunt tibi peccato´, la estaba contemplando para pecar con ella" (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, pp. 140-141).

Sigue la declaración del clérigo católico, Luis Díaz, en los siguientes términos: "Item, dijo: que queriendo éste saber del dicho Luis de Carvajal qué cómplices había que guardasen la Ley de Moisén, fingiendo éste que la quería guardar, para venir luego y manifestarlos ante los Sres. inquisidores, le dijo el dicho Luis de Carvajal que pues él estaba determinado a confesar y a morir en la Ley de Moisén, podría acudir éste a Manuel de Lucena y a Manuel Gómez Navarro y a Pedro Enríquez, que eran grandes judíos y guardaban con perfección la Ley de Moisén..." (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, pp. 141. ).

A continuación, se transcribe una escena inmunda relatada por el padre Luis Díaz, en la que se ve de lo que pueden ser capaces esos judíos muy fervorosos y apegados a su fe religiosa. Se trata del propio Luis de Carvajal, cuya religiosidad es ya conocida, de Manuel Gómez Navarro, de quien dice aquél ser gran judío y guardar con perfección la Ley de Moisés y de Diego Enríquez, de quien dice ser el mayor judío que había en la Nueva España. La declaración del R.P. Díaz dice: "...se acuerda que el dicho Luis de Carvajal dijo a éste que Diego Enríquez, penitenciado por este Santo Oficio, hermano del dicho Pedro Enríquez, era aunque mozo, el mayor judío que había en al Nueva España y de mayor pecho y valor, y que estando en esta ciudad, en casa del dicho Diego Enríquez, se quedaron a dormir con el dicho Diego Enríquez en una misma cama el dicho Luis de Carvajal y Manuel Gómez Navarro, y toda la noche estuvieron en mucha chacota comiendo nueces y pasas, y el dicho Luis de Carvajal les hizo una plática en alabanza de la Ley de Moisén, y el dicho Diego Enríquez, después de una plática, se levantó al servicio, y habiendo puesto un Cristo que tenía a la cabecera de la cama, atado a los pies de ella, estándose proveyendo, decía: por Nuestro Redentor Jesucristo, esto puedo almorzar este perro por la mañana; y volviéndose a la cama, como dormía el dicho Diego Enríquez en medio del dicho Luis de Carvajal y Manuel Gómez Navarro, teniendo el rostro de Cristo a sus pies, alzaba la copa y ventoseaba diciendo al Cristo: bebe, perro, juro a Dios que os he de poner las barbas bermejas; y el dicho Manuel Gómez Navarro, no pudiendo sufrir el hedor, dijo al dicho Diego Enríquez: idos de ahí, lleva a ese perro con todos los diablos, y ponelde en otra parte y allí dalde de beber cuanto vos quisiéredes; y entonces dijo el dicho Luis de Carvajal: dexaldo estar que yo me huelgo mucho y no hay agua rosada ni agua de ángeles para mí, como ver tratar mal a este perro ahorcado, embaidor y hechicero" (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, pp. 158-159).

La terrible escena demuestra que el odio satánico de los judíos hacia Cristo Nuestro Señor seguía siendo el mismo mil seiscientos años después de su crucifixión. Y, del mismo modo, evidencia que es falsa la tesis sostenida por muchos israelitas en el sentido de que, los enemigos implacables de Cristo y de su Iglesia son los judíos descreídos y no los judíos fieles a su religión, la cual es pariente cercana de la cristiana.

Es evidente, que los judíos más fieles a su monstruosa religión son los más enconados enemigos de Cristo y de la Cristiandad, ya que es en tal secta religiosa donde beben el odio implacable contra Jesús y contra todo lo cristiano. Por el contrario, los pocos hebreos que venciendo el temor a las terribles amenazas -incluso el asesinato de los llamados apóstatas y de represalias contra sus familias- logran desligarse de la secta demoníaca y adquieren el calificativo de judíos de sangre; pero incrédulos en su religión, acaban por perder su odio hacia la Cristiandad y hacia la humanidad entera, al dejar de absorber constantemente ese ambiente de odio contra la Iglesia, ese afán de esclavizar y odiar a la humanidad, que infesta las Sinagogas de Satanás. Desgraciadamente son poquísimos los que lo hacen, puesto que casi nadie se atreve a desafiar las iras de los dirigentes judíos manifestadas, a menudo, por represalias y bloqueo económico, excomuniones terribles y amenazas de muerte, siempre pendientes sobre las cabezas de los incrédulos que se atrevan a desligarse de la Sinagoga.

Siguiendo con las constancias del expediente del segundo proceso en contra del judío Luis de Carvajal, encontramos en las declaraciones del Padre Díaz que habiendo preguntando al primero con qué otros judíos de confianza podía tratar, respondióle Carvajal: "...con el dicho Antonio Díaz Márquez, porque era gran siervo de Dios y guardaba la Ley de Moisén y que si no fuera casado con una perra cristiana, hija de villanos, se hubiera ido a una judería...que el dicho Antonio Díaz Márquez, cuando iba a la iglesia y se hincaba de rodillas y hacía que rezaba y decía a las imágenes de los santos semejantes sean a vosotros los que en vosotros adoran...y que cuando salía el sacerdote a decir misa al altar, de la hostia decía el dicho Antonio Díaz Márquez, en un solo Dios creo, en un solo Dios adoro y no en este perro que no es sino un pedazo de engrudo...y luego se apartó hacia donde tenía el dicho Luis de Carvajal un Cristo y unas imágenes, y se llegó al Cristo y le dio una higa, metiéndosela en los ojos por dos veces y diciéndole: ¿qué secreto nos tendrá este perro de barbillas? y entonces le escupió en el rostro y luego se levantó el dicho Luis de Carvajal, diciendo: no me habéis de llevar en eso ventaja; y escupiendo a la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, dijo: no habéis de llamar a éste perro, sino Juan Garrido...y que cuando la dicha Constanza Rodríguez va a la iglesia, cuando el sacerdote alza la hostia, dice: encomendado seas a los diablos tú y quien te alza, confundido seas por misterio del cielo, caiga aquí un rayo y confunda a todos estos herejes, diciéndolo por los cristianos..." (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, pp. 143-144, 150. ).

Lo que sigue es algo terrible; pero es preciso citarlo para que los católicos se den cuenta del peligro que encierra la llamada religión judía. En el testimonio de Pedro de Fonseca, mandado por los inquisidores a petición del Padre Díaz, para que escuchara junto a la puerta de la cárcel la conversación sostenida por el sacerdote con Luis de carvajal, afirmó que pudo escuchar, en la hora fijada por el Padre Luis Díaz, entre otras cosas, lo siguiente: "...que el Mesías no había venido y que Jesucristo era profeta falso, y que era el Antecristo que dicen los cristianos y que cuando venga el Antecristo, vendrá el Mesías prometido en la Ley, y que los cristianos andan engañados y están en los infiernos, y que el que tiene mayor dignidad entre ellos, terná (tendrá) mayor pena en los infiernos, y que el Papa y el rey y todos los grandes inquisidores y ministros del Santo Oficio, perseguidores de los que guardan la Ley de Moisén que es la verdadera, y que los apóstoles están también en el infierno, y que no hay santos en el cielo, y que Jesucristo estuvo amancebado con la Magdalena, y que Nuestra Señora está en los infiernos y era una puta que había parido cinco veces, y entonces el dicho Luis Díaz de Carvajal, respondió: cómo se ha de creer en María Hernández, madre de Juan garrido, que asó los llaman los judíos, diciendo María Hernández, por Nuestra Señora y Juan Garrido, por Nuestro Redentor Jesucristo...tenía una imagen de Juan Garrido, diciéndolo por Jesucristo, a los pies de su cama, y que cuando se bajaba de ella para sus necesidades, pasaba por encima de él y lo ventoseaba, para ver si le respondía, y que algunas veces lo ensuciaba, y que el dicho Juan Garrido (diciéndolo por el Cristo), le tenía buen secreto y se reía de él" (Procesos de Luis de Carvajal (el mozo). Edición citada, pp. 162-164. ).

Estos eran los judíos que la Inquisición, con la autoridad de la Santa Iglesia, relajaba a la justicia y brazo secular para que fueran quemados en la hoguera o muertos por medio del garrote. Sólo la ignorancia de los que es la secta religiosa del judaísmo, puede hacer que gentes de buena fe acusen a la Santa Iglesia de intolerancia por tales motivos. En realidad, se requiere mucha ignorancia o mala fe, para asegurar a los cristianos que puede haber un convenio entre la Santa Iglesia y la Sinagoga de Satanás; ya que, si es imposible concebir un pacto o entendimiento entre el catolicismo y el comunismo o entre aquél y la masonería, tanto más imposible es un pacto entre la Santa Iglesia y el judaísmo satánico, que es la cabeza del comunismo y la masonería, impregnados -por los judíos- de ese odio diabólico a Cristo, a María Santísima y a la Cristiandad.

Luis de Carvajal, judío ejemplar, maestro de la -ya falsificada- ley de Moisés, identificó al Mesías que ellos esperaban con el Anticristo de los cristianos. Es muy significativo que, por otra parte, diversos concilios de la Santa Iglesia católica, con su gran autoridad, hayan afirmado que los judíos son verdaderos ministros del Anticristo.

Desde el año 633, el Concilio IV de Toledo, integrado por los metropolitanos y obispos de España (incluyendo la actual Portugal) y las Galias visigodas, aseguraba en el canon LVIII que eran del cuerpo del Anticristo los obispos, presbíteros y seglares que prestaran apoyo a los judíos en contra de la fe cristiana, declarándolos sacrílegos y excomulgados (Juan Tejada y Ramiro, Colección de cánones y de todos los concilios de la Iglesia en España y América. Madrid, 1859. Tomo II, p. 305. ).

En su Canon LXVI llama a los hebreos "Ministros del Anticristo" (Juan Tejada y Ramiro, Colección de cánones y de todos los concilios de la Iglesia en España y América. Tomo II, p. 308. ).

No deja, pues, de ser muy notable que personas tan autorizadas de las dos partes en pugna, es decir, de la Santa Iglesia de Cristo y de la Sinagoga de Satanás, hayan establecido alrededor del problema del Anticristo posiciones similares, aunque desde un ángulo opuesto. Por otra parte, del estudio profundo de la secreta religión de los judíos en la Era Cristiana -cuyos secretos se han ido descubriendo a pesar de las precauciones tomadas por ellos para evitarlo-, se llega a la conclusión cierta de que dicha religión, lejos de tener parentesco y afinidad con el cristianismo, es la antítesis y la negación suprema de la fe de Cristo, con la que no hay la más remota posibilidad de entendimiento.

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Tito Martínez

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